La señora y la criada
Las grandes obras de los grandes autores nos las sabemos de memoria. Y con cientos de estudiosos, directores de escena e intérpretes buceando constantemente a la búsqueda de perlas escondidas, lo más habitual es que los textos olvidados estén –más o menos- bien olvidados. La señora y la criada es un pasatiempo ligero muy alejado de las mejores comedias del Siglo de Oro. No seré yo quien diga que es una mala comedia, pero que nadie espere el fulgor cegador de Calderón. Y aprovecharé la resaca de las fiestas para soltar una frivolidad: para comedias, las de Lope.
Miguel del Arco le ha puesto de todo para animarla: una ambientación en la Italia de mediados del siglo XX y coreografías de grandes éxitos de la Carrá. Puede sonar un poco delirante, pero el texto lo agradece. Es, sobre todo, una oportunidad para asomarse a la actividad de una compañía cuyo objetivo primordial es el de formar intérpretes jóvenes y que cuenta ahora con un buen puñado de excelentes actrices y actores. Del Arco ha permitido que Alba Recondo se pase un poco de vueltas con la descarada criada, pero no importa: este remedo ordinario de Marilyn deja ver un talento notable. Irene Serrano, Aisa Pérez y Mariano Astudillo no dan una fuera de su sitio, son intérpretes ya maduros. Y Pau está llamado –lo he dicho en algún otro lugar- a ser uno de los grandes de su generación.
Fecha de publicación: 03/01/2020