¡Sorpresa!
Las muchas servidumbres de este oficio acaban rentando por sorpresas como esta. Si El médico fuera un musical convencional, esta crítica empezaría diciendo que no creo haber oído nunca otro con un coro de tal calidad. Que las voces solistas no tienen tacha y la interpretación está por encima de la media habitual. Que el libreto resume de forma admirable la complicada peripecia del best seller. Y –sobre todo– que dramaturgia, escenografía y dirección de movimiento y actores se combinan al dedillo para mantener la atención del espectador clavada en todo lo que allí va sucediendo, a veces en distintos planos simultáneos.
Eso diría la crítica y estaría, quizá, dejándose lo fundamental. Con estos mimbres globales (la novela arrasó en todo el planeta) Macías y Amador han construido una pieza con inconfundible aroma específico. Para empezar, y esto es evidente, da gusto que se sustituyan las habituales traducciones de las letras –encajadas a menudo con calzador– por un castellano fluido al que la música se amolda como un guante. Pero, además, también la música tiene un carácter propio y alejado de la “música de musical”, en ocasiones muy estereotipada. Serán figuraciones mías, pero al fondo –muy al fondo– se oyen los ecos lejanos de los coros y las romanzas de nuestra propia tradición de teatro musical.
Fecha de publicación: 23/11/2018