Copenhague
Copenhague recrea el encuentro (real) entre dos personajes históricos: los físicos Bohr y Heisenberg. Se inscribe en un subgénero muy popular en los últimos tiempos (hemos visto recientemente a Voltaire y Rousseau y a C.S. Lewis visitando al padre del psicoanálisis en La última sesión de Freud). Utiliza el enfoque posmoderno del “¿qué pasó entonces?”, huyendo de la respuesta para ofrecer una panoplia de reconstrucciones plausibles, cada una desde una óptica (la memoria alterada, el deseo, la distorsión interesada). Algo que vemos también a menudo, hace poco en Los otros Gondra. La pieza está casi completamente explicada con esa ubicación en el cruce de subgénero y enfoque. No cabe duda de que es un texto valioso, pero –como me ocurre con frecuencia con las importaciones de origen anglosajón– es como si me sobraran obviedades y me faltara sorpresa. Aunque fuera un poquito. Otro tanto me ocurrió con la premiada La vuelta de Nora.
Apoyado en un texto muy sostenido (no hay cesuras), Tolcachir firma un montaje pulcro y bien armado. No se disparan los fuegos artificiales, pero propicia –de principio a fin– el despliegue de los talentos en liza. Carlos Hipólito y Emilio Gutiérrez Caba hace tiempo que están más allá del bien y del mal, y Malena Gutiérrez se mueve con ellos como Pedro por su casa. Un buen rato de teatro.
Fecha de publicación: 14/06/2019