Solo un metro de distancia
No voy a revelar el asunto, porque movería a error al lector. Asistimos a la proliferación de textos centrados en todo tipo de maltrato, con un subgénero dedicado al trauma infantil. La falta de una estructura sana de afectos durante la infancia es, sin duda, la primera causa del descacharre mental de tantos adultos para los que la felicidad está vetada. Hemos interiorizado esto recientemente y es lógica la atención que prestamos a la cuestión. Pero la gran mayoría de piezas teatrales que la tratan optan por la narración de los acontecimientos, por la peripecia y la trama (y esto no es un desastre, puede salir bien) o por el panfleto (y esto sí es un desastre). Sin embargo, Guijosa –un creador multiforme que muda de piel con cada nueva creación- ha enfocado el recorrido interior de la víctima, con una sensibilidad y una precisión que hacen pensar que, más allá de la labor de documentación, ha debido de catar el recorrido terapéutico en primera persona.
El planteamiento interpretativo salta de la narración inicial a cuatro voces –que encarnan también esporádicamente las voces de los personajes- a la representación tradicional de los diálogos. De forma natural y fluida. Las cuatro actrices (las cuatro sin excepción) alardean, como el texto, de sensibilidad y precisión. El público me pareció unánimemente emocionado ante una función catártica.
Fecha de publicación: 24/01/2020