Un merolico (figura propia mexicana que designa a un vendedor callejero con alma de curandero) protagoniza El merolico, espectáculo en el que un solo charlatán es capaz de trasladar al espectador toda la magia de los entremeses cervantinos. En cada velada se representan dos piezas de entre El viejo celoso, El retablo de las maravillas y La cueva de Salamanca.