El gran mercado del mundo, el famoso auto sacramental de Calderón de la Barca con personajes alegóricos, se escribió con un objetivo puramente litúrgico en una época en la que los ideales se tambaleaban. El tiempo ha pasado y su simbología sigue plenamente vigente en nuestra sociedad, así que el dramaturgo Xavier Albertí vuelve a subirla al escenario. Todos acuden al gran mercado del mundo ante el llamamiento de la Fama. Cada uno tiene un talento y puede comprar lo que desee para ser feliz. Mientras la Inocencia y la Malicia acompañan a los compradores, entre los vendedores encontramos a figuras como la Soberbia, la Humildad, el Placer, la Penitencia o el Desengaño.