Llega el otoño y con él la berrea del ciervo, uno de los espectáculos más estremecedores del parque natural de los Alcornocales. Los ciervos más conocidos en la zona como venados- cuentan en Los Alcornocales con una población de en torno a los 35.000 ejemplares que, cuando acaba el verano, se baten en una lucha sin cuartel por cubrir a las hembras.
La berrea comienza con los bramidos y continúa durante varios días con la batalla en la que chocan sus astas hasta quedar exhaustos. El sonido envuelve el corazón del parque y sus ecos se escuchan en varios kilómetros, especialmente al amanecer y también cuando cae la tarde.
Este fenómeno natural dura cerca de un mes, suele empezar en septiembre -según el clima- y se prolonga hasta bien entrado el mes de octubre o de noviembre.
Herbívoros, errantes y noctámbulos, los venados de los Alcornocales son de color grisáceo en invierno y pardo rojizo en primavera, superan los cien kilos de peso y en julio se encuentran en su máximo esplendor. En la Sierra de Cádiz es la especie de caza mayor con más importancia cinegética y en los Alcornocales encuentra su refugio ideal.
Una vegetación desbordante
Su microclima, muy cercano al de las zonas tropicales, ha favorecido la proliferación de una vegetación exuberante, casi impenetrable con estrechos y profundos valles fluviales denominados canutos. El parque cuenta con una superficie de 170.025 hectáreas y se extiende por la provincia de Cádiz de norte a sur, limitando al norte con el parque de Grazalema y al sur con el parque natural del Estrecho de Gibraltar.
Habituales de este parque desde el que se divida la costa africana- son el buitre leonado y el búho real. Corzos, nutrias y meloncillos encuentran también su hábitat en este parque, considerado el bosque mejor conservado de Europa. Cigüeñas, águilas calzadas, halcones y numerosísimas especies se dan cita en este entorno excepcional para los ornitólogos y en el que se puede practicar el descenso de cañones, el piragüismo, visitar restos arqueológicos o dar un paseo en globo aerostático.
Aunque sólo pasear por los milenarios bosques de alcornoques es ya una aventura.