Museo Nacional de Escultura

El Museo Nacional de Escultura reúne una colección de intensa personalidad formada por dos núcleos:

obras de género religioso en madera policromada de los siglos XIII al XVIII, y el conjunto de copias artísticas de los siglos XIX y XX,

procedente del extinguido Museo Nacional de Reproducciones Artísticas.

Ubicado en varios edificios de gran valor, en el corazón histórico de la ciudad, conforma uno de los espacios urbanos culturales

más singulares de nuestro país.

El Museo es de titularidad estatal y gestión exclusiva del Ministerio de Cultura y Deporte.

Administrativamente depende de la Subdirección General de Museos Estatales.

Historia

Situado en Valladolid, este Museo, uno de los más antiguos de nuestro país, fue fundado en 1842 con obras de arte

procedentes de los conventos desamortizados.

En 1933, la II República, queriendo reconocer la riqueza de sus esculturas, le dio la categoría de Museo Nacional.

En los años 90 emprendió una política de expansión, rehabilitaciones arquitectónicas y crecimiento de sus fondos escultóricos,

que ha culminado en 2009 con una nueva presentación de su colección en el rehabilitado

Colegio de San Gregorio, y en 2011, con la incorporación integral de las colecciones del Museo Nacional de Reproducciones Artísticas,

fundado a finales del siglo XIX.

1842. Fundación del Museo

Como otros muchos, este Museo fue el resultado de la Desamortización impulsada por el ministro Mendizábal,

que en 1836 nacionalizó los tesoros artísticos de los conventos en el marco de la reforma liberal del Estado.

Dichos bienes fueron secularizados, entregados a la tutela estatal y destinados al disfrute y la educación públicos,

creándose así los denominados Museos Provinciales de Bellas Artes.

El de Valladolid fue instalado en 1842 en el Colegio de Santa Cruz, albergando ya entonces una colección de mil pinturas

y doscientas esculturas aproximadamente.

En 1879, se desgajó una parte de sus fondos y dio origen al Museo Provincial de Antigüedades, ahora llamado Museo de Valladolid.

Durante el siglo XIX, el Museo mantuvo una precaria trayectoria. Su supervivencia fue posible gracias a la dedicación

y el estudio de algunos de sus responsables, como Pedro González, Martí y Monsó o Juan Agapito y Revilla.

1933. Fecha decisiva

Desde comienzos del siglo XX, el Museo se convirtió en un foco de atracción para intelectuales, eruditos y amantes del arte,

en un momento de indagación en las fuentes históricas, populares y literarias de «lo español».

El grupo de estudiosos del Centro de Estudios Históricos, fundadores de una historia del arte crítica y científica,

como Elías Tormo, Gómez Moreno, Sánchez Cantón y, sobre todo, Ricardo de Orueta, se interesaron por la colección del Museo, única en su género.

En 1933 la II República resolvió elevarlo a la categoría de Nacional, a instancias de Ricardo de Orueta,

entonces Director General de Bellas Artes. Esa decisión se acompañó de un reforzamiento intencionado de su especialidad,

que se hizo explícita en su nuevo nombre: Museo Nacional de Escultura. Con ello, se quería realzar la ambición territorial

y representativa de la colección, dar al Museo una orientación científica y secular y enaltecer la riqueza del patrimonio español.

Como parte del mismo proyecto, el Museo fue trasladado al Colegio de San Gregorio. La colección se enriqueció

con obras del Museo del Prado y se presentó en una instalación museográfica modélica, acorde con las tendencias internacionales

más avanzadas, diseñada por los arquitectos Emilio Moya y Constantino Candeira, contando asimismo con la intervención de Sánchez Cantón.

1940-1980

En la posguerra, el Museo vivió las carencias derivadas del atraso cultural y del aislamiento internacional que caracterizaron a la Dictadura.

Episódicamente, pasó a llamarse Museo Nacional de Escultura Religiosa.

Desde los años sesenta, se hizo sentir cierto esmero en la calidad de sus servicios, una mejor presentación de las colecciones, publicaciones,

así como mejoras espaciales. En 1968, la colección de pintura pasó a exponerse en la desafectada iglesia de la Pasión.

La excepcionalidad del Colegio y la personalidad de sus esculturas atrajeron a grandes creadores como Orson Welles, quien rodó en el

Colegio el multitudinario baile de máscaras de la película Mister Arkadin, o José Val del Omar, autor del innovador documental Fuego en Castilla.

1992 – 2006. La gran renovación

Los años del asentamiento democrático, en la década de los ochenta, dieron un impulso renovador a los museos en España,

con la creación de un Ministerio de Cultura, la Ley de Patrimonio Histórico Español y el Reglamento de Museos de Titularidad Estatal.

En este contexto, el Estado afrontó una reforma integral del Museo, centrada en la adquisición de inmuebles, una creciente dotación de recursos

y equipamientos técnicos, la difusión educativa y la mejora de las infraestructuras.

El cambio se inició en 1982 con la reversión al Ministerio de Cultura del Palacio de Villena y la puesta en marcha en 1990 del Plan Director

que contemplaba la rehabilitación de dicho Palacio por el arquitecto F. Rodríguez Partearroyo (concluida en 1998).

Ello permitió dotar al Museo de una sede bien equipada donde exponer la colección mientras se afrontaba la rehabilitación del Colegio de San Gregorio,

que fue encomendada al equipo de arquitectos Nieto y Sobejano. La obra, iniciada en 2001 y concluida en 2006, recibió el Premio Nacional de Conservación

y Restauración de Bienes Culturales en 2007.

El presente del Museo

El edificio del Colegio de San Gregorio es, tras la rehabilitación y la modernización de sus equipamientos finalizada en el año 2009,

una de las dos sedes de la exposición permanente del Museo, concretamente de su colección histórica, formada por obras de los grandes

maestros españoles de la escultura en madera policromada, pertenecientes a los siglos XV a XVIII y destinada a cumplir

una función devocional o litúrgica.

En el 2011 el Ministerio de Cultura inició la reforma de la Casa del Sol en su anexo de la iglesia de San Benito el Viejo,

para exponer los fondos de copias de los siglos XIX y XX procedentes del extinguido Museo Nacional de Reproducciones Artísticas de Madrid.

Esta ampliación duplicó el volumen del Museo (de 3.000 a 6.000 obras de arte) y redefinió su propio concepto.

Consciente de la necesidad de adaptarse a las demandas sociales, el Museo ha destinado una tercera sede, el Palacio de Villena,

a exposiciones temporales, actividades educativas y programas públicos. En él se ubican la biblioteca, el archivo, los talleres de fotografía

y restauración, el Belén napolitano del siglo XVIII y el salón de actos.

Arquitectura

No abundan los ejemplos de museos integrados por un conjunto de edificios históricos situados en el centro de la ciudad.

El Museo ocupa toda la calle peatonal de Cadenas de San Gregorio y se divide en tres sedes:

Colegio de San Gregorio

Historia

El Colegio de San Gregorio, fue fundado a finales del siglo XV por el dominico Alonso de Burgos, personaje muy vinculado a los Reyes Católicos,

como centro de estudios teológicos de la orden dominica, en un momento de reformas espirituales y políticas en todo Europa.

Aquí se formaron los teólogos, místicos, juristas o inquisidores Bartolomé de las Casas, Bartolomé Carranza, Luis de Granada, Melchor Cano o Francisco de Vitoria

que fundaron universidades y obispados en América, asesoraron a los reyes en su gobierno y definieron la posición española en el Concilio de Trento.

En el Colegio se celebraron debates de gran trascendencia como el que trató acerca de la conveniencia o no de la lectura de las obras de Erasmo en España,

o la conocida como Controversia de Valladolid en la que, a petición de Carlos V, se discutió sobre los derechos de los pueblos indígenas de América.

En el siglo XVIII con la llegada de los vientos ilustrados y la oposición de los Borbones al poder ideológico de las instituciones colegiales,

el Colegio de San Gregorio fue perdiendo la influencia y el esplendor intelectual de los primeros tiempos.

El siglo XIX marca el final de la institución, con la ocupación de las tropas napoleónicas y la exclaustración de Mendizábal en 1835.

Hasta que en 1933 se convierte en sede del Museo, el edificio se siguió utilizando otorgándole los usos más dispares: presidio, Instituto de Bachillerato,

Escuela de Derecho, Escuela Normal de maestros o cochera de tranvías. A pesar de ello la construcción no perdió, en lo esencial, su estructura formal.

Arquitectura

El Colegio de San Gregorio fue construido en los años finales del siglo XV y se encuadra dentro de una arquitectura híbrida que caracterizó

esas décadas de transición entre dos universos, el medieval y el moderno.

Destaca por encima de todo, el preciosismo de la copiosa ornamentación de su portada, que se presenta, en medio del paramento liso,

como un tapiz independiente, en cuyo desvarío decorativo se enredan figuras contemporáneas, santos y pontífices, alegorías, seres grotescos,

hombres salvajes, el Árbol de la vida y del saber, y una repetida emblemática del poder.

Encargada por Alonso de Burgos, como el resto del edificio, fue concluida hacia 1499. El autor pudo ser Gil de Siloé, un artista de procedencia

nórdica que colaboró en éste y otros proyectos con la familia de los Colonia. Siloé conocía bien la tradición del Atswerk, las arquitecturas vegetales típicas de Centroeuropa.

En el interior, el conjunto ha conservado básicamente su estructura de origen. El acceso se realiza a través del llamado Patio de Estudios,

que evoca la sobriedad clásica de un atrio romano. El clímax interior está dominado por el gran patio central de planta cuadrada y dos alturas,

cuya riqueza en el trabajo plateresco constituye un tesoro de la arquitectura del periodo de los Reyes Católicos.

La escalera que une ambas plantas se desarrolla en amplios tramos y presenta en su caja una abundante decoración que exhibe el gusto ecléctico

de un arte de transición, en el que se mezclan la tracería gótica del balaustre, el almohadillado renacentista de los muros y el artesonado mudéjar.

A las crujías de ambos pisos se abrían las estancias que servían de refectorio, salón de grados, biblioteca, sala de mapas, sala capitular, celdas de los colegiales

y salas para «ejercicios literarios domésticos, a puerta cerrada».

Al Colegio estaba asociada una gran capilla, realizada en 1490 por Juan Guas y Juan de Talavera.

A los pies, Simón de Colonia añadió nueve años después una sacristía.

Palacio de Villena

Historia

El Palacio de Villena es una resistencia aristocrática construida para D. Antonio Velasco y Rojas a mediados del siglo XVI y situada

frente al Colegio de San Gregorio.

Tras sucesivas herencias, la propiedad del edificio recayó en la esposa del marqués de Villena en el siglo XVIII (motivo por el que se conoce la casa

con ese título) y posteriormente, en los duques del Infantado, el marqués de Casa Pombo o los marqueses de Alonso Pesquera, quienes la vendieron

finalmente al Estado en 1919. Desde entonces y hasta 1982 el palacio sirvió de sede al Gobierno Civil.

Arquitectura

El edificio presenta una gran similitud en su patio y escalera principal con otra obra realizada también en Valladolid por el arquitecto

Francisco de Salamanca, el Palacio Butrón.

La escalera es de grandes proporciones y conserva tanto el artesonado primitivo como la cantería enteramente labrada, destacando el espléndido arco de entrada.

Los torreones de los ángulos no pertenecen a la traza original del edificio, sino que fueron encargo del marqués de Casa Pombo a finales del siglo XIX, quizás con

la intención de emular otros palacios vecinos. A él se debe también la transformación neorrenacentista de la fachada, reordenando los vanos y colocando sobre

ellos frontones triangulares y curvos.

El interior conserva el magnífico patio de dos pisos de arquerías en tres de sus lados (como es habitual en los palacios vallisoletanos),

con arcos de medio punto soportados por columnas lisas de capiteles jónicos, que le aportan una gran elegancia.

Casa del Sol e iglesia de San Benito

La Casa del Sol es un palacio del siglo XVI, obra de Sancho Díaz de Leguizamo, que destaca a comienzos del XVII por la personalidad influyente de su nuevo propietario,

el Conde de Gondomar, embajador de Felipe III en Inglaterra (conocido como el «Maquiavelo español»), erudito y bibliófilo, poseedor de una de las bibliotecas más notables en la época.

La residencia integró desde el siglo XVI la iglesia de San Benito el Viejo como capilla familiar. De hecho, gracias a la documentación que lo describe, se sabe que la cripta fue un lugar emblemático

por su decoración, encargo de Gondomar a los pintores Pedro Díez Minaya y su hijo Diego Valentín Díaz.

En el siglo XIX el conjunto abandonó su carácter de residencia privada y pasó a desempeñar otras funciones hasta que fue adquirido por el Estado

en 1999 para integrarlo en el proyecto de ampliación del Museo. En el año 2011, la iglesia de San Benito el Viejo fue rehabilitada con el fin de adecuarla a su nueva

función museística, como sede de la colección de copias de la Antigüedad Clásica, realizadas en los siglos XIX y XX por los mejores talleres de su tiempo.

Pintada de blanco, como exigían los puristas del Renacimiento italiano, conserva el aire de una iglesia clásica,

plenamente acorde con las obras expuestas en su diáfano espacio.

Colecciones

Una colección de intensa personalidad

Aunque las colecciones abarcan desde la Baja Edad Media hasta el siglo XX, carecen de toda pretensión enciclopédica.

Dos grandes y muy singulares conjuntos, distintos en origen, función y naturaleza (de más de 3.000 piezas cada uno) componen los fondos del Museo.

La Edad de Oro de la escultura española

Por una parte, la colección histórica que dio origen al Museo, formada por escultura de tema religioso realizada durante los siglos XV a XVIII.

Destaca por la calidad artística y la originalidad técnica, por su patetismo emocional en tanto que imágenes sagradas; y, finalmente, por su valor

como documento de la vida espiritual, cultural y política de la España de la Era Moderna.

Las esculturas, talladas en madera y policromadas, ofrecen un amplio repertorio: figuras aisladas, relieves, sepulcros, sillerías y retablos así como un

Belén napolitano con más de seiscientas figuras y accesorios. A ello se añaden los artesonados de madera, originales del edificio o adquiridos como piezas de colección.

Los artistas de referencia son grandes maestros activos en Castilla entre los siglos XVI y XVIII: Alejo de Vahía, Alonso Berruguete, Felipe Bigarny,

Pompeo Leoni, Juan de Juni o Gregorio Fernández. A ellos empezaron a añadirse desde 1933 esculturas de distintas escuelas y talleres españoles, con obras de Pedro de Mena,

Martinez Montañés, Alonso Cano, Carmona o Salzillo.

Las culturas de la copia

El segundo conjunto llegó al Museo en 2011, tras haberle sido confiado la colección del Museo Nacional de Reproducciones Artísticas, fundado en 1877.

Se trata de una colección que, por su calidad, abundancia y antigüedad, está valorada como una de las mejores de Europa.

En distintos soportes yesos y bronce, sobre todo, pero también litografías, pintura sobre barro, galvanoplastias o fotografía, ofrece un panorama de la evolución del gusto europeo, de los ideales de

la tradición museística y de las técnicas de reproducción practicados desde milenios, pero ampliados en la era contemporánea, la de las grandes invenciones

en la reproductibilidad técnica.

Contiene réplicas de esculturas y artes suntuarias de las grandes civilizaciones orientales, de la Antigüedad clásica, de la estatuaria española y europea medieval, renacentista,

barroca y neoclásica, así como de conjuntos arquitectónicos de distintos periodos.

No sólo escultura

A pesar de su especialización en la escultura, la presencia de la pintura en la colección es significativa, con obras de maestros como

Pedro Berruguete, Jorge Inglés, Pedro Machuca, Antonio Moro, Rubens, Zurbarán, Ribalta o Luis Meléndez, que favorece una mejor comprensión

de la cultura artística española.

Hay, además, interesantes ejemplares de artes aplicadas y mobiliario, propias de un período en el que las fronteras entre las Bellas Artes y las Artes

aplicadas no estaban delimitadas.

Información general

Museo Nacional de Escultura
Calle de las Cadenas de San Gregorio , 1
Teléfono:
983 250 375

Precio: Menos de 15 €


Observaciones:

Horarios y precios


Colegio de San Gregorio (colección permanente)


Martes a sábado: 10 a 14 h y 16 a 19.30 h*

Domingos y festivos: 10 a 14 h*

Palacio de Villena (Belén napolitano y exposición temporal)


Martes a sábado: 11 a 14 h y 16.30 a 19.30 h*

Domingos y festivos: 11 a 14 h*

Casa del Sol (reproducciones artísticas)


Martes a sábado: 11 a 14 h y de 16.30 a 19.30 h*

Domingos y festivos: 11 a 14 h*

* Algunas salas no podrán cumplir el horario de visita completo.

Te aconsejamos tener en cuenta que el cierre de la taquilla se realiza 15 minutos antes de la finalización del horario de visita.

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Apertura extraordinaria y gratuita

  • 6 y 8 de diciembre. 10 a 14 h y 16 a 19.30 h


Apertura extraordinaria y gratuita del Belén Napolitano

  • 21, 26, 27 y 28 de diciembre y 2, 3, y 4 de enero. 11 a 14 h y 16.30 a 21 h

  • Domingos 22 y 29 de diciembre. 11 a 14 h y 16.30 a 21 h


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Cerrado

Todos los lunes del año y los festivos:

  • 1 y 6 de enero

  • 1 de mayo

  • 8 de septiembre

  • 24, 25 y 31 de diciembre


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Venta online

Una nueva manera de venir al museo. Si quieres comprar tus entradas online, pincha aquí https://mnescultura.sacatuentrada.es/es/entradas/museo-nacional-de-esculturaEnlace externo, se abre en ventana nueva

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Precios

Tarifa general: 3 euros

Tarifa reducida: 1,50 euros

Entrada gratuita:

  • Sábados, de 16 a 19.30 h y domingos, de 10 a 14 h

  • 18 de abril, Día Internacional de los Monumentos y Sitios

  • 18 de mayo, Día Internacional de los Museos

  • 12 de octubre, Fiesta Nacional de España

  • 6 de diciembre, Día de la Constitución Española


Tarjeta anual: 25 euros

Abono Museos de Valladolid, con una validez de 5 días para visitar el Museo Nacional de Escultura y el Museo Casa Cervantes: 5 euros

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