Alfonso Ariza del Trazo a la Materia
Dos almas no se encuentran por casualidad (Borges dixit). En esta ocasión, la vehemencia del polifacetismo creativo de Alfonso Ariza Moreno (La Rambla, 1920-1989) se marida sin ambages con la «filosofía del sabor» que propone la Taberna BOLERO. Con el fin de adentrarnos en el universo abstracto del artista rambleño en el centenario de su nacimiento, hemos apelado a la largueza de un coleccionista local –amigo del artista– para disfrutar de una «floresta plástica» formada por seis dibujos en grafito y tinta sobre cartulina, y una obra pictórica en técnica mixta sobre lienzo.
Gracias a su formación escolástica –Córdoba, Sevilla, Madrid…–, a sus graduales influencias recibidas por movimientos/estilos/grupos/artistas significativos –Cubismo, Surrealismo, Dau al Set, El Paso, Equipo 57, Ponç, Llorens i Artigas, Baumesiter…– o a la fuerza vivificadora que le confería su «brillante sombra», Antoñita Carballo Sánchez –compañera infatigable de amor y arte–, Alfonso Ariza modela una revolucionaria mística de la materia informe de modo autónomo y desde la periferia, lejos del mundanal ruido de la intelectualidad, para así no contaminar el vigor primitivista y expresivo de su universo plástico. De espíritu inquieto e interesado en escudriñar técnicas y sensibilidades, su vasta producción destila vida, persiste en la búsqueda incesante y su tendencia informalista pergeña la emoción fuerte que atesora el arte moderno.
En su obra dibujística resultan innegables los guiños a la estela picassiana, al espíritu onírico surrealista o al desgarro del expresionismo abstracto, entre otros influjos. Letras, signos, figuras irreales discurren de forma libre y desinhibida por el soporte narrando una historia particular sin finalidad alguna, pero con una carga expresiva y una contundencia semántica sin límites. De idéntico modo, la pintura rezuma verdad, contundencia, densidad matérica, sin artificios ni estridencias. A través de la textura, traducida en amplia y vigorosa mancha sobre la superficie en la que se apoya el color, Ariza pretende mostrarnos la esencia misma de la vida, superando los límites mismos de la imaginación.
Estamos, pues, ante un arte de creación. Una lectura de vanguardia donde «lo puro» se convierte en «lo otro» y causa repercusión en todos los ámbitos. Euforia y tristeza como signo de progreso que supera la realidad. Surge, así, el «extraño entre los suyos» desde la incomprensión que crea el compromiso personal con lo auténtico. Alfonso Ariza, «cíclope en zapatillas», artista total, creación inequívocamente verdadera de nuestra modernidad.