En la exposición De lo perdido y lo recuperado, Jaiver Hernández Landazabal presenta un particular segmento de su producción, que se ha extendido en el tiempo durante años y que ha dado lugar a un número limitado ejemplares. Así, la exhibición muestra diez esculturas y la versión pictórica de nueve de ellas —la décima, perteneciente a un coleccionista particular, no ha podido ser localizada—, las primeras fechadas en 1993. Desde este sutil juego de correspondencias entre pintura y escultura, el artista lanza señales al observador sobre su forma de interpretar el mundo mediante la paradoja, el sarcasmo, la crítica, la ironía, los juegos de palabras, la alusión culta y la popular, y un cierto nihilismo.