Naufragios de Álvar Nuñez
Eso creía que me iba a encontrar: un naufragio. No porque Mira no sea capaz de lidiar con complejidades (ahí está Consentimiento, una cosa bien complicada que montó con acierto). Ni, tanto menos, por desconfianza hacia la escritura de Sanchis, que alardea de una dramaturgia impecable. Lleva una vida enseñando y Naufragios es una lección en el sentido literal: se pueden estudiar técnicas dramatúrgicas tomándola como base. Pero tanta sofisticación (constantes saltos en el tiempo, interrupciones del flujo narrativo, observaciones metateatrales…) exigen una puesta en escena condenadamente difícil de alcanzar.
Se abre el telón y creo percibir hacia dónde nos escoramos: inicio decorativo. El arranque es de una preciosa plasticidad (Wilmer y Gañán), y a Sanchis el preciosismo le sienta como a un Cristo dos pistolas. Pero la cosa va tomando fuerza, Noguero las coloca todas, perfectamente secundado por David Lorente y Rulo Pardo. Clara Sanchis encuentra, como le ocurrió en El mago, un papel que parece escrito para esa capacidad suya de sobrevolar la realidad. Y este texto imposible pasa por encima de su propia imposibilidad, por encima de la belleza plástica y hasta por encima de la horrenda impostación de la voz del gobernador, hasta mostrarse como lo que es: un canto al otro, una carga de profundidad contra las certezas propias.
Fecha de publicación: 06/03/2020