arturo trueba

Barra libre

Este contenido forma parte del número 1066 de La Ría del Ocio, publicado el 7 de octubre de 2021

Arturo Trueba

Si hay una estampa típica de los vascos, y especialmente del txikitero bilbaino es la de un tipo acodado a la barra en pleno ejercicio -distendido, eso sí- de levantamiento de vidrio. Un deporte social que llegó a ser elevado a la categoría de cultura, la cultura de los vinos. Aunque muchas tradiciones languidecen, y las canteras se resecan, la vuelta a la actividad social de codearse con las amistades y conocidos es todo un signo de vuelta a la normalidad, la que llega en el periodo post LABI, toda una buena nueva anunciada por el Lehendakari Iñigo Urkullu. Aunque se levanten casi todas las restricciones habrá alguna que quede durante un tiempo al menos: la de llevar la mascarilla en interiores. Quedará también el instinto de supervivencia y el sentido común para ser más precavidos que antes de que tuviéramos noticias de la dichosa pandemia. No hay que bajar la guardia.

Pero por fin llega lo que esperábamos primero para marzo, luego tal vez para junio y más tarde para septiembre. Parece que ahora sí. O no. Es preferible pensar que en los próximos meses se consoliden los datos de aumento de la actividad, del empleo, de las oportunidades, de la industria, de los servicios, del turismo o de la cultura. En el caso del turismo, la mejoría ha sido evidente, a pesar de todo, con niveles superiores a los del verano de 2019. La cultura ha sabido navegar contracorriente manteniendo los artistas y los agentes culturales un nivel de actividad razonable, dadas las circunstancias. Ahora los teatros podrán trabajar con sus aforos habituales, lo cuál permitirá su sostenibilidad económica y la de las compañías que los utilicen para sus espectáculos. Bilbao lució con los Premios Max de las artes escénicas organizada por la Fundación Autor de la SGAE en el Teatro Arriaga, con una espectacular gala dirigida por Calixto Bieito que difundió por la 2 de TVE algunas muestras de la cultura vasca, en una combinación de tradición y vanguardia.

Comienzan los cursos con las clases presenciales, todo un signo de normalidad que pocos imaginaban haber perdido. El público podrá ver los partidos en vivo, con lo que ganan los espectáculos, la emoción, la vida social, las cajas de los bares, del comercio… Hay ganas de mostrar alegría y de poder compartirla, de volver al choque de manos, abrazos y besos, aunque tal vez con menos profusión y efusividad que hace poco más de año y medio. Octubre llega cargado de buenas noticias y buenos deseos. Que no se tuerza.

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