Asuntos privados en lugares públicos.
Pocas películas tan oportunas han llegado a cartelera durante los últimos meses como este último trabajo de Jason Reitman, el más inspirado del irregular cineasta desde Young Adult (2011). El deslumbrante y dilatado plano que abre el filme pone sobre la mesa sus numerosos méritos y alicientes: la capacidad de exponer de modo sugerente la infraestructura mediática que se halla tras las grandes campañas políticas -ensalzadas o denostadas-; y la evocación, a través de las imágenes, de un cine político anclado en el pasado, pero cuyo valor de presente reivindica Reitman desde la revitalización de su retórica visual, ajeno siempre a toda nostalgia. En ese sentido, este thriller periodístico se halla en las antípodas de Spotlight (2015) o de Los archivos del Pentágono (2017): lejos de idealizar el papel de la prensa cuando se trata de horadar en la realidad y extraer verdades incómodas, El candidato nos habla de periodistas que han olvidado sus códigos, hombres sin escrúpulos, linchadores en una sociedad donde estamos constantemente sometidos a los caprichosos designios de la apreciación pública. Y es aquí donde el largometraje conecta poderosamente con nuestro presente: la derrota de Gary Hart (excelente Hugh Jackman), como la de la abogada Anna Pou (Sarah Paulson) de American Crime Story: The People v. O.J. Simpson (2016), se cifra en su incapacidad de comprender que las batallas hoy tienen lugar en el lodazal público y mediático. A efectos de lo que describe notablemente El candidato, da igual que hablemos del Miami Herald o de Twitter.
Lo mejor:
Hugh Jackman, y el talento de Reitman para apelar a un pasado de la imagen sin perder su ligazón con nuestros días.
Lo peor:
Sus mecanismos dramáticos parecen clonados de cualquier otro bullicioso thriller periodístico de éxito.