OSCyL
Orquesta Sinfónica de Castilla y León
Andrew Gourlay director
Gustav Mahler
Sinfonía n.º 9
La interpretación de la Sinfonía n.º 10 de Mahler que protagonizaron Andrew Gourlay y la OSCyL en marzo de 2017 fue uno de los puntos culminantes de la temporada. Pocas veces un concierto de abono unió a crítica y público tan incontestablemente. Así, la revista Codalariopublicó: “Andrew Gourlay (…) se decantó por una línea interpretativa muy fructífera y equilibrada, dando la sensación de que contaba con el apoyo incondicional de la OSCyL, muy centrada en su labor”. Por su parte, Mundoclásico.com afirmó:
“El trabajo de Gourlay y la OSCyL fue inconmensurable: el cincelado al que el director sometió cada frase, cada piano, cada pausa o cada ritardando me pareció asombroso. La versión destelló como una escultura de Bernini, exhaustivamente pulida, casi maniática, desde todo lo que tuviera que ver con el equilibrio sonoro y la dinámica más sutil”.
Con estos antecedentes, cabe esperar algo similar de la Novena, sinfonía que se mueve por parecidos derroteros crepusculares, aunque también incluye elementos de agresividad y rabia muy marcados, sobre todo en su complicadísimo Rondó-burleske, todo un tour de force. Precisamente en el contraste de los espectaculares movimientos centrales, que llegan al paroxismo, con el Andante y el increíble Adagio —a su vez muy distintos entre sí— estriba una de las mayores dificultades a la hora de abordar esta obra, ya que hay que interpretarla con una madurez que implique un concepto incluyente muy trabajado. La vida de Mahler había sufrido varias tragedias, y precisamente en esta sinfonía es imposible abstraerse de esa desesperación y, sobre todo, del deseo de descansar de sentimientos tan radicales.
