Ambos autores son capaces de integrar resolutivamente, en sus obras, la presencia del dibujo, convertido en geometría, que -en igual medida- puede, por un lado, penetrar el volumen y articularlo en formas sometidas a la gravedad y directamente tentadoras al tacto, como, por otra parte, agitarse autónomamente en el espacio, gestando movimientos ingrávidos, que retan el seguimiento de la mirada.