Un director teatral bastante déspota comienza el ensayo de lo que cree será su obra maestra: Frankenstein. Sin embargo, en la práctica las cosas no son tan sencillas y los actores se le sublevan. Que si el protagonista no quiere ser tan feo, que si la chica no quiere ser tan tonta, que si el doctor no quiere ser tan bajito, que si el monstruo no quiere ser tan feo… En Frankenstein (Ensayo general, con perdón), las risas están servidas.