Rocío Molina y Théâtre National de Chaillot (París): ‘Caída del cielo’ con Eduardo Trassierra (guitarras), José Ángel Carmona (cante y bajo eléctrico), José Manuel Ramos ‘Oruco’ (compás y percusiones) y Pablo Martín Jones (batería, percusiones e instrumentos electrónicos).
Danza flamenca: ‘Caída del cielo’
Esta obra es un viaje, un tránsito, un descenso. A través de las luces y las sombras. Rocío Molina, guiada por su baile -que es intuición y materia-, nos precipita en el silencio, la música y el ruido de territorios desconocidos.
Lo palpable y lo que se oculta a nuestros ojos se materializan en su cuerpo. Baila y establece una relación diferente con el suelo. Su baile nace entre sus ovarios y esa tierra que patea, convertido en la celebración de ser mujer.
El flamenco que propone en ‘Caída del cielo’ ahonda en sus raíces y al mismo tiempo las enfrenta, colisionando con otras maneras de entender la escena y con otros lenguajes, en una expresión sin domesticar.
Este descenso o caída es el viaje sin retorno de una mujer, pero Rocío no nos conduce ante la imagen invertida de ‘El ángel caído’ como le ocurrió a Dante en su ‘Comedia’, sino que nos lleva a un espacio de profunda libertad. En el camino se quiebra el alma, sumergida en un mar denso y opaco, en un paisaje oscuro plagado de luciérnagas que nos elevan hacia paraísos oscuros.
Esta obra es un viaje, un tránsito, un descenso. Desde un cuerpo en equilibrio a un cuerpo que celebra ser mujer, inmerso en el sentido trágico de la fiesta.