La lucha por la pintura es una discusión dura, es una tesitura extraña en muchos circuitos pero es la inevitable verdad de la raíz de todo. Las luces que un día nos enseñaron Caravaggio o Monet han pasado a la historia. BAKCLANDS nos reafirma que han muerto para siempre, y la escena actual se ha vestido de una personalidad artificial donde todo es neón y led.
Sebas construye sus cuadros desde dos puntos de vistas bien diferenciados. Por un lado encontramos una preocupación evidente por la academia, la historia de la pintura, es decir, por su lenguaje, su técnica y su transcripción plástica. Por sus recursos estéticos y por la construcción de elementos. Este interés permanente le lleva a realizar imágenes de una aparente claridad para el ojo menos erudito, no obstante, contienen una tremenda dificultad que sabrán apreciar los disfrutadores más curiosos. Es debido fundamentalmente al delicado planteamiento y al proceso de síntesis y mutación que ejecuta la mano guiada por el intelecto y el corazón.
Al otro lado de las preocupaciones, están los motivos, la iconografía, la escena elegida, el instante y la evolución hacia el plano conceptual. Esto es más evidente en las últimas obras, dotadas de mayor peso teórico y donde se refleja una mayor implicación en el discurso narrativo. Son estas, las que coinciden con su estancia en la Fundación Gala y su desarrollo posterior. Las piezas que comprenden este período son elegantes y elaboradas, con mayor temperamento en el color aunque mantienen la frescura que caracteriza su gesto. Uno de sus maestros, es Antonio López, claro defensor de la pintura de caballete y un bastión mundial de la pintura figurativa y sus nuevas tendencias. Uno de los precursores de esta corriente a la que pertenece Sebas Velasco.
Definitivamente, como definiría Ortega y Gasset, él es realidad junto a sus circunstancias. De tal forma, nos propone un recorrido por su pasión; el graffiti y por su siempre presente paisaje burgalés. La colección que nos muestra es un ejemplo de la evolución que ha desarrollado en estos años de viajes, becas, amigos, exhibiciones callejeras, trabajo y estudio. Un viaje por la pintura más joven del mundo. Los peligros de la noche, los peligros de la vida, la fugacidad de la que nos hablaban los impresionistas y la realidad del nuevo ojo fotográfico en la que nos situó Gerard Richter. Todo ha ido mezclándose en el interior de este rapero antiguo que apuesta por la libertad artística y que quiere pintar creyendo en su intuición.
Velasco nos presenta en esta exposición una serie de reflexiones sobre el mundo, el submundo real, una visión enfocada en su siempre presente Burgos, su tierra natal que generosa como él mismo le cede carreteras, porteros, paredes, plantas y amigos con los que enfrentarse en este antiguo quehacer. Casi tan antiguo como el más antiguo de los oficios.
Lugar:
Espacio expositivo Código UBU