Nos adentramos dentro del arte callejero de la mano del artista Tader Olivares. Cuando hablas con Tader, por primera vez, sorprende que sea tan joven y tan humilde. Sólo tiene 21 años, estudia Mecatrónica, y lleva desde los 18 cantando en bares y terrazas de Murcia acompañado de su guitarra.
¿Cómo has aprendido a tocar?
Aprendí a tocar, mayormente, solo. Puedo dar gracias a un maestro de mi colegio, cada unas semanas me enseñaba algún acorde, cosas muy sencillas que aún, por cierto, sigo tocando. Hoy tengo una lista de 122 canciones. La lista, en principio no era para enseñársela a nadie, era porque no sabía realmente cuántas canciones conocía bien para poder tocar. La primera lista tenía 40 canciones, la de hoy tiene 122, aunque tengo preferidas, algunas las toco siempre y otras, no las toco nunca.
¿Tienes canciones propias? ¿Las podemos escuchar en algún sitio?
Sí, aunque no las toco mucho, sobre todo porque son lentas y la gente prefiere canciones movidas, hay una que sí toco a veces: `Mi medicina mortal´. Cuando escribo una canción, normalmente, la escribo del tirón, me paso horas hasta que las termino porque me cuesta mucho retomar canciones, creo que solo lo he hecho con una : `Desde el olvido´. ambas están en Youtube en Sesión de Micros Abiertos.
¿Cuándo supiste que querías hacer música?
Pues realmente fue muy casual. Estaba viendo vídeos de un Youtuber llamado Mystery Guitar Man y casi pensando en voz alta, dije: “Cómo molaría tocar la guitarra” y mi hermano me dijo: “pues cómprate una”.
Cuando eso yo tenía 15 años y algunos ahorros, así fue como me compré mi primera guitarra. Recuerdo que me recomendaron, por mi bien, que la vendiera, que jamás iba a hacer dinero con esto, que por el contrario iba a perder… pero al final, me la quedé y a los 18 años ya tocaba montón de horas, unas diez horas diarias y pensé que era hora de empezar a tocar en la calle.
¿Tocar en la calle era tu primera opción?
Siempre me ha gustado y me he sentido muy compenetrado con los artistas callejeros. De alguna manera, siempre me ha parecido que son gente que hace algo muy noble, aunque sea a pie de calle. Tanto así, que cuando voy a Madrid, me dejo mucho dinero en músicos callejeros.
Las primeras veces que toqué en la calle fue probando suerte. El primer día gané 5€ en 5 horas. No me desanimó, por el contario, me pareció divertido y curioso, viví muchas cosas esa tarde y decidí seguir.
¿Y las ganancias, han crecido?
Tocar en la calle no es un negocio seguro, un día ganas algo de dinero y al día siguiente lo pierdes. Toco en la calle por hobby, por vocación, pero es también en lo que se basa mi economía. Si no toco, no gano. Si toco más, gano más y si toco menos, gano menos.
¿Lo cierto es que en este tipo de bares (la entrevista se hizo en @Íberos Café Bar) a los que vienen muchos estudiantes, quizás no se haga mucho dinero, o sí?
Ciertamente, no es donde más puedo dinero puedo hacer, pero es donde yo prefiero estar. Aquí me siento cómodo, me siento a gusto, puedo tocar canciones que a mí me gustan y eso es muy importante para mí; tocar música que me guste y con la que me siento identificado.
¿Te ves tocando fuera de este formato, quizás en una banda?
Estoy intentando tocar como músico profesional, como cantautor, si alguna vez tuviese la oportunidad de grabar o crear una banda, sería genial, pero definitivamente algo que no supusiese quedarme en la ruina económica. Pero ahora mismo tocar en la calle es mi plan A.
Aunque estoy estudiando Mecatrónica, y eso crea más probabilidades de encontrar un trabajo medianamente remunerado, algo más seguro, jamás me planteo dejar de tocar. Aquí he aprendido mucho, he crecido mucho como músico, esto me ha motivado a tocar canciones de artistas que admiro, y la interacción con las personas me ha llevado a conocer canciones nuevas y aprender a tocarlas”.
¿Cuál ha sido tu balance de experiencias tocando en la calle?
«He tenido experiencias buenas y otras no tanto. No es un misterio, si eres músico, la gente te asocia a cierto tipo de vida y/o cierta personalidad. Entre las cosas buenas, quizás que he conocido mucha gente, a veces incluso he ligado” comenta entre risas.
También me han pasado cosas malas, personas con malas maneras. Tocar en terrazas, no solamente se trata de la terraza, hay músicos que tocan, pasan la gorra y se van. A mí me gusta interactuar con la gente, conocer un poco las personas, por la zona de La Merced, me conoce mucha gente y no es solamente porque canto, es porque cuando termino, interactúo con ellos. Eso crea afinidad entre el músico y la persona que escucha, yo intento que se marchen con una sonrisa a su casa, me den propina o no. Este verano en Valencia, mientras cantaba una canción mía que es lenta y triste, a una mujer se le saltaron las lágrimas.
Situaciones malas, no ha habido muchas, se ha tratado más bien de personas puntuales que no les ha gustado lo que toco, una vez me dijeron que para tocar en la calle había ` que saber tocar´, no me molestó la crítica, sino la manera de decirlo, fue bastante grosero. Eso nunca me había pasado y ya hace tres años que canto y todo en las calles.
No sé si esto se puede considerar como una mala experiencia, pero los veranos, por ejemplo, me suelo ir de mochilero por España y decidí ir a San Sebastián (País Vasco), donde no se puede tocar en la calle sin un permiso que da el Ayuntamiento, y ellos deciden los días, la cantidad de horas y los sitios en los que se puede tocar. Cuando finalmente me dieron el permiso, ya no estaba en San Sebastián. Mientras esperaba el permiso, intenté tocar, la policía me vio y me dijo que no podía sin el permiso, eso sí, fueron muy simpáticos.
Hace algún tiempo, en Murcia me pasó algo muy gracioso; mientras tocaba en El Corte Inglés, llegó un furgón de la Policía Nacional, paré de tocar y me acerqué a preguntar si podía tocar y me dijeron que sin problema y: “que si tocaba una de Morodo, mucho mejor.