Puede que el rasgo más apasionante del ser humano sea su capacidad para ser absolutamente incongruente, pero, sin duda, el segundo y aún más inquietante, es su incapacidad para darse cuenta de ello. Al fin y al cabo, los errores nunca son culpa nuestra. Todos ellos se deben a ese colectivo tan omnipresente como enigmático que es la gente. Un colectivo en boca de todos, pero absolutamente inaprensible. "La gente tal, la gente cual" ¡Joder con la gente! A protestar a la Gran Vía indaga en el individuo y su enorme talento para la protesta, que ya se sabe, otra cosa no, pero quejarse, ¡se queja mucho la gente!