La comedia de la política
Como su anterior
La gran apuesta (2015), centrada en las causas de la Gran Recesión, esta biografía de Dick Cheney, vicepresidente de Estados Unidos entre 2001 y 2009, parece suponer un salto cualitativo para el director
Adam McKay respecto a comedias gamberras como El reportero (2004), Hermanos por pelotas (2008) y
Los otros dos (2010). Sin embargo, el retrato de la vida de Cheney y su vidrioso papel durante la Guerra contra el Terror posterior al 11-S se plantea, atención a la interpretación de
Christian Bale, como una farsa disimulada: una representación cuya apariencia de gravedad se frustrase a cada rato con carcajadas u otras expresiones inconvenientes. McKay viene a decirnos que no hay gran diferencia entre mandatarios como Cheney, el presidente George W. Bush y el secretario de defensa Donald Rumsfeld, y los niños alienados, hombres blancos y profesionales de clase media, que, en sus primeras películas, se mostraban incapaces de contemplar la realidad con altura de miras. Debido a esta apuesta creativa
El vicio del poder es irregular, fallida en algunos tramos, pero merece reivindicarse por su experimentación insolente con las convenciones de lo histórico y lo biográfico.
Lo mejor:
La desvergüenza con que la película afronta géneros respetables, carne de Oscar
Lo peor:
Algunos de sus recursos (como el del punto de vista de un ciudadano de a pie) suenan arbitrarios